En una de las esquinas de la conocida Raedola Platz podemos descubrir uno de los grandes secretos que esconde la ciudad de Tallin. Y es que encontrarás la farmacia más antigua de Europa que sigue en funcionamiento. Sus puertas se abrieron en 1422 y, desde entonces, su actividad no ha parado en ningún momento. Tan famosa es que, durante la dominación de Rusia en Estonia, los propios zares eran los que pedían medicamentos en esta farmacia. Como dato, tienen un pequeño museo cuyo acceso es gratuito.