Famoso por ser el lugar en el que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la historia, que tuvieron lugar en el siglo 8 a.c. y, vetados para las mujeres, solo fueron pensados para hombres atletas de origen griego. Merece la pena “perderse” entre las antiguas ruinas como el Templo de Zéus, uno de los más reconocibles por las columnas que lo sustentaban y que custodiaban una imponente escultura del dios. La escultura ya no está y las columnas están todas prácticamente caídas, pero impresiona deambular entre los grandes bloques de piedra que las conformaban.