Cada hora, y desde hace 700 años, desde la torre alta de la Basílica de Santa María, en la plaza principal de Cracovia, un trompetista toca la canción Hejnał Mariacki interrumpiéndola a mitad de nota, como si quedara incompleta. Esto, según la leyenda, es porque desde esta torre se daba un toque de trompeta para abrir las puertas de la ciudad y por la noche para cerrarlas. Además, era una señal de alarma ante la presencia de enemigos. Un día, durante un ataque relámpago de los tártaros, el vigila trompetista consiguió que cerrasen las puertas a tiempo pero fue atravesado por una flecha en la garganta sin que pudiera acabar la melodía, por lo que hoy en día, y como recuerdo, no se termina la canción.